Haciendo un reconocimiento en la persona de José “Pepe” Aldunate a los miles de hombres y mujeres anónimos que arriesgaron o dieron sus vidas, para defender los derechos humanos de sus hermanos, la Corporación de Derechos Humanos Pilmaiquén, de Osorno, decidió el pasado viernes distinguirlo con el premio a los Derechos Humanos “Winfredo Van Den Berg”.
Los personeros de la Corporación señalan que el destacado sacerdote, de 98 años de edad, “ha dedicado gran parte de su vida a la defensa y promoción de los derechos humanos. Su valor en los años de la dictadura militar permitió salvar muchas vidas, y a mitigar el dolor de miles de compatriotas”.
Esta es, sin dudarlo, una merecida distinción para un cura del pueblo que ha destinado su vida a la defensa de los oprimidos, de los desamparados, de los explotados, de los perseguidos. Un sacerdote que aún hoy sigue clamando por verdad y justicia, por los derechos de nuestros vulnerados y pisoteados pueblos originarios, alentando a la construcción de un mundo mejor.
José “Pepe” Aldunate S.J. nació en Santiago en 1917. Ingresó como sacerdote a la congregación Compañía de Jesús en 1935. En su larga trayectoria sacerdotal, destacó como director de la Revista Mensaje y del Centro Belarmino, además de ser autor de varios libros. Durante la época de la dictadura fue un decidido defensor de la justicia, de los derechos sociales, de la libertad y de la vida de las personas acosadas y oprimidas por el régimen dictatorial. En esa labor, por su compromiso y vocación por los demás, destacó junto a otros curas populares como Mariano Puga, Rafael Maroto, Roberto Bolton y otros. En esa época también, a fines de 1983, fue cofundador del Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo.
Esta distinción de la Corporación Pilmaiquén, se suma y adelanta a la acción emprendida a comienzos de mayo por diversas otras organizaciones sociales, organizaciones de derechos humanos, y diversas personalidades, de postular al sacerdote jesuita José Aldunate al Premio Nacional de Derechos Humanos que, desde el año 2011, define y otorga el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH). La postulación en el INDH está presentada y respaldada por la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi; Comunidad Ecuménica Martin Luther King; Iglesia Evangélica Luterana en Chile; Red Laical; Serpaj-Chile; Corporación Memoria Lonquén; René Cabezón (Párroco de San Pedro y San Pablo); Luis Infanti de la Mora (Obispo de Aysén); Jesús Herrero (Comisión Justicia y Paz); Rector Universidad Alberto Hurtado; Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP); entre otras muchas.
Por otra parte, Winfredo Van Den Berg, nacido en 1930, fue un sacerdote holandés de la orden de los Capuchinos, que llegó a Chile, a Osorno, en el año 1958. Fue destinado como párroco misionero a la Comunidad Quilacahuín, una comunidad mapuche situada (y sitiada) en la costa de Osorno. Desde siempre Van Den Berg fue un sacerdote comprometido con el destino de las comunidades, además de un permanente líder de opinión entre las organizaciones sociales y comunidades religiosas. Fue cofundador de la Radio La Voz de La Costa, de Osorno, creada en 1966, que rápidamente se ganó un espacio entre los pobres, los pueblos y localidades de la zona osornina, no solo de la costa. Se convirtió en la Voz del pueblo. Por lo mismo es que sus principales funcionarios fueron detenidos o perseguidos luego del golpe militar de 1973, lo que llevó a que el padre Van Den Berg asumiera en 1974 la dirección de la Radio, en el mismo tiempo en que la dictadura inventaba razones y fabricaba mentiras para expulsarlo del país. Las hostilidades de la dictadura se hicieron recurrentes y se mantuvieron de modo sistemático, tanto contra la Radio como contra el padre Winfredo. El extremo crítico se produjo en 1983 cuando un ataque con explosivos llevado a cabo por los órganos represivos derribó la antena de la Radio, lo que la obligó a salir del aire por más de un año.
Finalmente, luego de más de 40 años de trabajo y de misión humanitaria en Chile, el padre Winfredo Van Den Berg regresó a Holanda en 1999. Allí falleció, en mayo del 2013, en la ciudad de Breda, a los 83 años de edad.
Durante el último tiempo, Osorno, precisamente, había hecho noticia, por la imposición como obispo de la comunidad católica de la zona de un cura corrupto, cómplice de delitos aberrantes contra niños y jóvenes. El desprestigiado obispo Barros, instalado a la fuerza por la jerarquía de la Iglesia Católica chilena, representa los valores opuestos, es la antítesis de los dos hombres dignos que se significan en este homenaje de la Corporación de Derechos Humanos Pilmaiquén.